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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Tarde del viernes, 29 de abril de 2011

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Garcigrande (de distinta presentación y juego desigual; mansos y sosos en general, el 4º muy bravo).

Diestros:

Enrique Ponce: De purísima y oro. Pinchazo, metisaca, media estocada caída y tendida (silencio); pinchazo, pinchazo hondo, descabello (silencio) .

El Juli. De grana y oro. Estocada (dos orejas); pinchazo, estocada (oreja). Sale por la Puerta del Príncipe.

Cayetano Rivera Ordóñez. De marfil y oro. Estocada caída (silencio); dos pinchazos, estocada tendida (silencio).

Saludó: El Niño de Leganés, de la cuadrilla de El Juli, en el 5º.

Presidente: María Isabel Moreno.

Tiempo: Nublado.

Entrada: Lleno.

Crónicas de la prensa: El País, El Mundo, Diario de Sevilla, ABC, EFE, El Correo de Andalucía, Firmas.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Algunos Garcigrande eran garcichicos, pero todos se comportaron como los antiguos juanpedro, embistiendo con nobleza y diciéndole a los toreros, “toma las orejas que se me caen”. Sinceramente, creo que El Juli le hubiera cortado apéndice a los seis. Y otros toreros también. Pero el El Juli seguro. En qué momento está de maestría, de inteligencia, de afición…Alguno cicatero dirá que la Puerta del Príncipe fue demasiado, pero yo pienso que, sin estridencias, fue justa. Ponce - que tiene más pelo que cuando tomó la alternativa- sigue viniendo a Sevilla jugando a las tres cartitas -sota, caballo y rey-, toreando a media altura, sacándose el toro para fuera y dejando que entre la muleta y el toro pase un tranvía. Si no se quiere ir todavía que no se vaya, pero a Sevilla una figura debe venir de otra forma. Lo de Cayetano - se le fueron los dos, apenas está para una novillada- es más grave. Si se empeña en seguir viniendo a la Maestranza, van a venir a verlo sólo la duquesa y su extraño novio. Está claro que si algunas ganaderías no deben venir el año que viene, los Garcigrande tienen asegurada su vuelta. Y El Juli creo que no va a parar aquí. Al tiempo.

Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: la rotundidad de El Juli

Cuando un torero está en estado de gracia nada se le resiste, todo le sale bien, le funciona la cabeza y sus decisiones están revestidas del mejor acierto. Así está Julián López, paseando su sabiduría, dando muestras continuas de su seguridad, de su colosal sapiencia, de su fuente inagotable de imaginación y de ingente su improvisación.

La faena al primero de su lote contó con una rotundidad encomiable desde principio a fin. Hondura, profundidad, trazo largo, temple y empaque de torero enrazado se convirtieron en las fragancias primaverales que impregnaron sus series con la diestra en las que fue fundamental la colocación y dejarle siempre la muleta muy bien colocado para coser la embestida a la tela roja. El cuatreño, que tenía tendencia a marcharse debido a su punto de mansedumbre, se sintió sometido y no le quedó otra opción que entregarse al mando absoluto y dictatorial de su matador.

Lo mejor estaba por llegar. Por el pitón izquierdo el toro de Garcigrande se venció peligrosamente. Dos coladas escalofriantes que no mudaron la cara de color al torero madrileño. Con mimo y compás le fue buscando las vueltas, desengañándolo con paciencia y cuando nadie daba nada por ese lado, brotaron por arte de birlibirloque tres naturales hechizantes, templadamente embrujados, exquisitamente primorosos. Ahí ganó las dos orejas de ley. Magnífico detalle de Julián. Se atrevió Cayetano a hacer un quite al toro del catedrático de la Fiesta… Pobre parvulario. Y cuando finalizó sus lances a pies juntos, encajó los riñones, bamboleó el capote y se lo presento con dulzura. Fue capaz de seducir la acometividad del bicho en la tela rosa y embriagarlo de lentitud delicada. Ahí es nada.

Al quinto lo hundió por su inteligencia. Le dio distancia, midió la embestida, aguantó los derrotes, evitó los enganchones… y finalmente los cambios de manos por la espalda hicieron rugir a los tendidos.

Lo peor: la reventa perdió dinero

Al entrar en los toros, un reventa exclamó dolorido: “esto no es negocio, he perdido tres mil euros”. Y esa fue la pena, que un cartel con atractivo no sea capaz de colgar el no hay billetes. Hubo varios huecos en el sol y en la sombra hubo aparente lleno. Cayetano naufragó con un lote potable, sobre todo en el sexto. La razón es muy clara, como sólo sabe torear de memoria, en cuanto los toros le plantean alguna dificultad no acierta a dar con la tecla que resuelva la controversia. A pesar de esa carencia técnica, hay que reconocerle que dispone de valor más que suficiente para ponerse delante… pero con ese mérito es casi incomprensible que se haya hecho rico en el toreo siendo matador de toros.

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El País

Por Antonio Lorca. El Juli, un torero de fuste

El Juli salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza después de demostrar que es un torero de fuste; es decir, de entidad y sustancia. Atraviesa una etapa de gracia, de temple, de oficio, seguridad, buen gusto y mando. Tiene las ideas muy claras, derrocha ambición y entrega, y actúa como la ilusión de alguien que empieza, como si le quedara todo por hacer. El Juli es un maestro consagrado, porque parece que ha superado la técnica y torea con el alma, con solemnidad.

Salió a por todas; persiguió a su primero por toda la plaza, un manso corretón y huidizo de salida, y presentó sus cartas en un quite de tres verónicas y media dibujado con el corazón, capotazos hondos, y profundidad y empaque en su ejecución. El toro, noble y encastado, llegó a la muleta con la codicia suficiente para que el torero expresara su concepción el toreo, basada en el dominio absoluto y muletazos largos y ligados. Con un conocimiento exacto de los terrenos y de las condiciones de su oponente, lo embarcó en la muleta y los derechazos surgieron con tanta dimensión, que acabaron en circulares engarzados con pases de pecho henchidos de torería. Bajó el diapasón con la mano izquierda, pero algún natural meritorio consiguió tras doblegar el instinto del animal. La estocada cayó trasera, aunque la ejecutó a ley, volcándose en el morrillo como si en ello le fuera la vida. Y se ganó dos orejas justamente, sin discusión alguna.

No ocurrió lo mismo en el quinto, noble, también, pero más soso y menos colaborador. El mismo torero grande, pero en circunstancias diferentes. Y estuvo por encima del toro, y lo embebió en ocasiones y ligó alguna vez, pero su labor fue de tono menor porque no hubo ese entendimiento imprescindible entre toro y torero para que surja la emoción. Sufrió un corte en la mano izquierda al entrar a matar y recibió dos puntos de sutura. Sobró, pues, la oreja, que, a todas luces, fue un premio excesivo. Como excesivo es este público que lo aplaude todo, que carece del más mínimo sentido de la exigencia y comete errores de bulto como ese premio que no debió pasar de la vuelta al ruedo.

Quede constancia, no obstante, que el señor Juli demostró que es un torero de una pieza, aunque le sobrara la Puerta del Príncipe.

La otra cara de la moneda la protagonizaron Ponce, que parece que está de retirada, y Cayetano, porque aún no ha llegado.

El diestro valenciano goza del respeto y el prestigio de las figuras señeras, pero, precisamente por eso, no debe anunciarse en Sevilla si está preso de la desgana y la desconfianza, le asaltan las dudas y no está dispuesto a exponer ni un alamar. Un soso torete fue su primero, que brindó al que fue cirujano de esta plaza, Ramón Vila, y no consiguió un instante que mereciera la pena. Pesado como siempre, recibió un aviso antes de un bajonazo infamante. Peor aún ante el noblote cuarto, una mona de pascua, ante el que fue una caricatura de sí mismo. Ponce ha olvidado, quizá, que un signo de inteligencia es retirarse a tiempo.

Y Cayetano estuvo sin estar en él; su actitud es de una frialdad sorprendente. Torea como un académico, sin ángel, sin contenido, sin entusiasmo, sin sangre en las venas. Es elegante y lo hace bonito, pero no dice nada. No cree en lo que hace, le falta confianza y fe en sí mismo. Quizá, no está preparado para tan alta responsabilidad; quizá, Sevilla le viene grande después de que se mueve entre algodones desde que se enfundó el traje de luces; lo cierto es que se mostró muy por debajo del noble tercero, y no supo qué hacer ante el sexto, desordenado y destemplado, con mucha pose y escaso toreo.

Por cierto, se acabaron las corridas duras. Llegó la pastelería fina, corridas muy justas de presentación y de comportamiento borreguil. Como la de este viernes, por ejemplo, mansa y sosota, pero dulce como el almíbar.

El Mundo

Por Carlos Crivell. El magisterio de El Juli, por la Puerta del Príncipe

El Juli fue el protagonista absoluto de una corrida con muchos argumentos, intensa de principio a fin, llena de contenidos positivos y negativos. El Juli puede con todo. Su salida por la Puerta del Príncipe es incuestionable. Desde que se abrió de capa a la estocada del quinto, salvando el pinchazo a ese astado, todo fue un recital de inteligencia, capacidad y buen gusto torero.

La corrida tuvo argumentos. Garcigrande lidió una corrida con movilidad, algunos mansos muy encastados; otros, bravos; todos, muy emotivos por su comportamiento. La primera lección de este festejo es que una corrida con 520 kilos vale para Sevilla si tiene movilidad. Fue justa de presencia, algunos no dieron el mínimo exigible, como el primero o el segundo, pero esa ligereza de carnes les permitió moverse. La segunda lección tiene que ver con la lidia. Cuando se lidió a favor del toro, los de Garcigrande lo agradecieron. Y cuando fue al revés, el toro se vino abajo. El Juli cuidó a sus reses en el caballo y en banderillas. Ambos animales llegaron con alegría al tercio final.

El segundo de Ponce fue maltratado en varas, lo que acusó en la muleta. Otro cantar es cómo interpretó cada diestro su tauromaquia. El Juli provocó a sus reses. Ponce y Cayetano se quedaron a la espera, detrás de la mata, para aprovechar alguna embestida.

Ponce no estuvo ni bien ni mal. En otro tiempo, el valenciano cuaja al que abrió plaza, toro noble y mansito con algo de sosería. Si se esconde la muleta y no se la deja colocada, la ligazón es imposible. El unipase no se admite. Para estar en el circuito de las ferias hay que exponer algo más. El cuarto se apagó pronto después de recibir una paliza de pases a media altura metiendo pico.

Cayetano ha tenido la oportunidad de triunfar a lo grande en Sevilla y se le ha escapado. No es nuevo subrayar su empaque y prestancia torera, sólo que para mantener su presencia en carteles de lujo es necesario dar un paso adelante. Y ayer no lo dio, porque en uno se pasó el toro muy lejos, mientras que en el sexto apareció como desanimado, o más bien aturdido por las secuelas del terremoto de lo sucedido en el quinto con El Juli. Le falló el sitio y el temple.

El triunfo de Garcigrande en Sevilla, que así debe considerarse que varios toros se aplaudan en arrastre, tiene otras lecturas, más cuando hemos sufrido un comienza de Feria con algunas corridas de corte torista que han fracasado. Garcigrande es de esos hierros vituperados por muchos aficionados por su origen «juampedro». Sería bueno desterrar la idea de que el llamado toro comercial, otro calificativo con poca base, es perjudicial para la Fiesta.

Cuando el toro sale encastado, mejor no mirarle el hierro. El primero de El Juli, manso con casta, a su aire, necesitaba un torero muy poderoso para fijarlo. El Juli lo hizo de forma magistral. El Juli es una gran figura. Probablemente pocos toreros del escalafón hubieran logrado atar a su muleta al toro «Manzanilla», que iba y venía alegre, sin fijeza, hasta que encontró la muleta dominadora de un torero en estado de gracia.

Es bueno que Garcigrande haya soltado una corrida tan buena en Sevilla. Lidió en la Feria en el año 2002 una encierro de penoso recuerdo, cartel con José Tomás en la plaza, fecha en que la corrida fue muy chica, y también descastada, lo que provocó un escándalo en la plaza, que obligó a la presidencia a rechazar a un toro sólo por su escaso trapío. Han pasado nueve años y muchas cosas han cambiado en esta ganadería. Este triunfo de Sevilla aclara muchas cosas. Eso de toros comerciales se acaba cuando exhiben casta. También cuando son bravos, como le pasó al cuarto, un toro bravo en el caballo que se apagó en la aburrida muleta de Ponce. Se ha demostrado que la Fiesta necesita movilidad, aunque también matadores capaces. De la terna de ayer, sólo El Juli demostró que está presto para lidiar estos toros de movimientos alegres, humillación notable y embestidas repetidas. El Juli suma una nueva Puerta del Príncipe con dos faenas pletóricas. Más aparente la del segundo; muy meritoria la del quinto, toro menos claro y más desordenado. Toreó con el capote, hizo quites y mató casi bien. Es un triunfo que remata lo ya sabido. Es la gran figura del toreo actual.

El Mundo

Por Zabala de la Serna. Puerta del Príncipe para El Juli

Todavía se oyen los ecos de la rotunda faena de El Juli a un manso encastado de Garcigrande. La lidia total. Sabio Julián. De terrenos, en los medios; de poder, todo por abajo. Un domador. Y para eso el temple. Y la mano baja. Tanto con el capote como con la muleta. Más por abajo no se puede torear. Verónicas rotundas, principalmente por el pitón izquierdo que luego fue el menos bueno. Paradojas de los toros. El quite respondió a uno de Cayetano que fue como un sutil aleteo. Otra vez en los medios Juli como con el capote, pero ahora con la muleta. Otra vez el imán. Y todavía le enjaretó, después de dos coladas, una serie de naturales bestial de dominio y destroncada. Fue la lidia total, que ya está dicho. De principio a fin. Estocada trasera y desprendida de un atracón. Dos orejas de mayor calado que las de Resurrección.

La Puerta del Príncipe se abrió para Julián López después de una lidia absolutamente distinta con el quinto, en las antípodas del anterior porque se sujetaba de salida a trancas y barrancas. Juli lo afianzó y lo hizo crecer sobre su nobleza hasta sacarle todo el fondo. El mérito de su tarde reside en que ningún toro fue de bandera. Esa es la capacidad de los más grandes lidiadores de todas las épocas. Un pinchazo con el alma. Y una estocada amarrada en su estilo. O sea, trasera. Oreja/llave de la Puerta del Príncipe.

Ponce estuvo parapetado en su enorme capote durante la solemne lidia. Manso el toro. La cara arriba en el caballo. De donde se soltó. La segunda vez de puritas najas. Enrique Ponce brindó al doctor Vila, que se ha retirado. En 2002 le operó de la cornada de Sevilla, claro, dónde iba a ser. La muleta tapó al toro a su altura en el tercio en una faena que tuvo el mismo tono lineal y sin celo que la embestida. Constancia no le falta a Ponce para cumplir el expediente y seguir alargándolo sin compromiso. Muy mal con la espada, apuntó a los bajos dos veces. No es casualidad.

Hace un año le indiqué a Enrique Ponce el camino a casa por coherencia con su gran historia, y el poncismo militante quería fusilarme por titular así. Nada, que siga labrándose un final que no corresponde en nada a su inigualable carrera. La afición acabó hasta el gorro de verle tirar líneas con el noblón cuarto. No se sabe quien estaba más aburrido.

Cayetano soltó una mano en un original y superfluo saludo al redondo tercero, bueno y fácil. Más superficial todavía fue toda la faena se muleta. No se reunió ni una vez, todo por fuera. Un cambio de mano bonito y a acompañar. A dos manos abrió faena Cayetano Rivera al negro y más hondo sexto. Noble aunque soltó más la cara. En frente no hubo ningún mando. Cayetano se reeditó. Pésima imagen.

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Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. El general Julián López conquista la Maestranza

Da igual que sea un mastodonte que una mona. un toro con problemas o uno dulce. Que la plaza sea del norte o la mismísima Maestranza, El Juli, que atraviesa el mejor momento de su carrera, despliega un poder y un dominio de lidiador pletórico que apabulla. Ayer, el que nombré el pasado domingo don Julián se erigió en general en jefe de la torería actual. Y apabulló no sólo a sus toros, sino también a sus compañeros ante el asombro del público que llenaba y rugía en la plaza de Sevilla. Cuando el general llegaba con las dos orejas cortadas a su primer toro, otro general, Ponce -ahora en la reserva- le miró con semblante de admiración. Entretanto, Cayetano a poco se le cuadra cuando entraba por la bocana del burladero.

El general López dio, en primer lugar como enemigo, con un manso. A cayetano se le ocurrió dibujar un quite a la verónica con planta elegante, pero con lances muy despegados. Y el general se enfadó tanto que volvió tras sus pasos y sin pedir permiso, que para eso era su toro, clavó los pies en la arena y toreó a la verónica de manera ceñida y maciza. Brindó su faena al ganadero Juan Pedro Domecq Morenés (Toros de Parladé), hijo del inolvidable Juan Pedro, desaparecido recientemente. Y Julián López hizo honor al brindis con una faena rotunda. Plantó su tienda de campaña en los medios, donde pesan los toros. Con la derecha, sin titubear, tanda de mano baja. En la segunda serie ya atacó a su enemigo sin contemplación alguna y ligó con facilidad suprema. El toro no quería batalla. Pero, ya puestos, el general volvió a desplegar su poder en otra tanda con mando. Con la izquierda dominó con muletazos de mano baja, recogiendo al toro, que se quería marchar. Para ello, empleaba recursos adecuados en cada momento, como molinetes, cambios de mano, un fallero o trincherillas. Nada de fuegos artificiales. Aquellos adornos y pases eran pólvora, pero en función de la lidia. Con la diestra, ya al final, los muletazos fueron una delicia, con el toro totalmente sometido y ese pase de pecho interminable, como su poder. La estocada fue contundente, aunque trasera, por lo que el toro tardó en caer. En cualquier caso, el público rugió y pidió mayoritariamente los trofeos, que concedió la presidenta.

Al manejable quinto, el madrileño lo cuidó en varas. El toro llegó con el brío suficiente para otra faena mandona, en la que volvió a elegir los medios para una batalla decisiva -se jugaba la puerta del príncipe-, que resultó menos intensa. Aquí demostró su gran valor y una capacidad táctica notoria. Esperando al toro en la media distancia, consiguió un par de series de gran calado con la diestra. Fue una faena precisa. Mató de pinchazo en lo alto y estocada desprendida y el público, que ya se había enganchado al estandarte del general López, que es una tela encarnada que a veces es auténtico látigo y otras imán, pidió mayoritariamente un trofeo. Lo paseó con andares de autoridad y una toalla enrollada, evitando la sangre por un corte que se hizo con la espada al entrar a matar. Una toalla blanca, enrollada en una mano, parecía hablar por sí sola, advirtiendo que este torero no había venido en señal de paz.

Enrique ponce, que brindó su primera labor al doctor Ramón Vila, anduvo con facilidad ante el terciado y manso que abrió plaza. Con suma facilidad consiguió hilvanar muletazos con la diestra en un par de tandas a un toro que embestía a media altura, sin entrega alguna. La faena no llegó a romper. Con el cuarto astado, al que le zurraron de lo lindo en varas, el diestro valenciano no llegó a acoplarse en un trasteo largo y anodino.

Cayetano, con el flojísimo tercero, aplomadote en la muleta, elaboró una faena en la que toreó siempre muy despegado. Con el que cerró plaza, un toro feote, tiró muchas líneas, pero faltó mando.

Cuando las nubes se presentaban amenazadoras, el general en jefe Julián López El Juli resplandecía con su traje de grana y oro, el color del valor en los toreros. El general era izado en hombros y así atravesaba sonriente bajo la Puerta del Príncipe. Había conquistado, nuevamente y por segunda vez en su carrera, la Maestranza.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/andres_amoros_bn.jpg"/>Por Andrés Amorós. El Juli, Puerta del Príncipe

Sin más retóricas, la noticia son esas cinco palabras: El Juli, Puerta del Príncipe. Merecidamente. Pedida unánimemente por la afición sevillana, que se le ha entregado sin reparos. Una tarde en la que el diestro madrileño ha mostrado en plenitud sus virtudes taurinas: el dominio, la seguridad, la ambición. ¡Qué belleza contemplar ese momento en que un torero cumple los sueños de toda su vida! Sale hoy en hombros El Juli por esa Puerta de belleza única, de cara al río, mientras el gentío le aclama y, justo en ese instante, caen las gotas de lluvia que han estado amenazando toda la tarde.

Los toros de Garcigrande, los «domecqs de Salamanca», han propiciado el triunfo. (Hace pocos días, El Juli indultó uno de la ganadería en Arles). Están justos de edad y presentación: los tres primeros, nacidos en el 2007, lo que tradicionalmente se ha llamado «utreros adelantados». Algunos son terciados, pero casi todos se han movido, han obedecido a la muleta: buen triunfo de la ganadería salmantina.

Hoy no ha sido la tarde de Ponce ni de Cayetano: el poderío de El Juli los ha borrado. He recordado el método histórico de las generaciones, traído a España por Ortega (don José, no don Domingo). En cada momento, conviven tres generaciones: los que ostentan el poder; los más mayores, que intentan mantenerlo; los más jóvenes, que pretenden arrebatárselo. Es una buena descripción del cartel de hoy: Ponce toma la alternativa ocho años antes que el Juli; Cayetano, ocho años después que Julián. El comportamiento de los tres diestros responde claramente a este esquema.

Hoy no ha sido la tarde de Ponce ni de CayetanoLa trayectoria de Ponce es única en la historia de la Tauromaquia. Ahora está, inevitablemente, en una fase final, que puede durar varios años. Se ha apuntado sólo a una tarde en esta Feria . Creo que se equivoca, apostando todo a una sola carta.

Su primero hace sonar el estribo, huye, mansea, corta el viaje en banderillas. Enrique, que brinda al doctor Vila, se ocupa de la lidia, lo soba mucho, le enseña a embestir: siempre pulcro, fácil, sabio… pero falta la alegría del toro bravo. Sólo al final consigue enroscárselo un par de veces a la cintura. No se estrecha al matar.

El cuarto se duerme en el caballo, galopa en banderillas, es exigente. Ponce lo muletea con pulcritud pero el toro se desfonda (acabará, rajado, en tablas). La faena no levanta el vuelo y la gente se impacienta. Tampoco mata con acierto. ¿No lamenta ahora no haber firmado otra tarde?

Cayetano sigue suscitando dudas, la afición se plantea —dicho en términos de la pedagogía actual— si «progresa adecuadamente».

No ha comenzado bien la temporada. Hoy hace el esfuerzo pero tampoco logra brillar. En el tercero, que no plantea grandes problemas, se queda quieto, en las verónicas: muletea por alto, logra algún cambio de mano estético, pero manda poco, el toro tropieza las telas y surgen pititos. Queda la impresión de que pudo haber hecho más.

No mejora la cosa en el sexto, que empuja bien al caballo. Inicia la faena con estatuarios. Pasa apuros en el remate de los derechazos. Alterna momentos de estética con dificultades porque no logra imponer su dominio. Hay, otra vez, división de opiniones.

El Juli, en cambio, está en el momento de la plenitud, de la feliz madurez, sin que eso suponga de ningún modo conformismo. El segundo es huído pero se mueve mucho. Julián se queda quieto, replica con excelentes verónicas de manos bajas al intento de quite de Cayetano. Brinda a Juan Pedro Domecq hijo. La faena es completa, redonda: en el centro del ruedo, adelanta la muleta, engancha al toro, manda, vacía por completo la embestida. Por la izquierda parece que el toro no quiere pero Julián acaba también imponiéndose, con dominio total. La muerte espectacular del toro pone en sus manos dos orejas, pedidas clamorosamente por toda la Plaza.

Pica bien al quinto Diego Ortiz y aguanta, en banderillas, el Niño de Leganés. El toro, pronto pero justo de fuerzas, tiene sus dificultades. Julián, segurísimo, lo domina, liga los muletazos, improvisa, emociona con los cambios de mano. ¡Y suena al fondo la maravilla de «Suspiros de España»! Pincha arriba, saliendo trompicado, y logra la estocada . Nadie le negaría la orejaa que le permite salir por la Puerta del Príncipe: de cara al río, de cara a la gloria. Se ha coronado en el Arenal de Sevilla, en el histórico coso del Baratillo. No olvidará esta tarde. Ni nosotros.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Juli corta tres orejas y abre la Puerta del Príncipe

El Juli ha abierto la Puerta del Príncipe en una tarde cumbre de técnica, poder y capacidad en la que sacó el máximo provecho y se impuso a un lote muy distinto: noble el primero al que desorejó y manso el segundo con el que porfió para cortarle otra oreja, informa Mundotoro . El resto de la corrida transcurrió en tono deslucido por el escaso juego de los animales de Garcigrande. Detalles técnicos de Ponce y Cayetano sin eco.

En su primero respondió Juli a un suave quite de Cayetano con otro muy poderoso a la verónica rematado de una media arrebatada. Su faena de muleta aunó capacidad para no dejar irse al toro y encelarle y estética, con tandas por abajo apretando progresivamente más al de Garcigrande. El animal le arrolló dos veces por el izquierdo pero aun así Julián le consiguió hilar una gran tanda de naturales. Mató de estocada arriba y trasera y cortó dos orejas.

Otra consiguió del quinto, más feo y justo de trapío. Lo volvió a entender a la perfección, pues el animal tendía a rajarse. Contra esto Juli le dio siempre los adentros en los cuartos traseros al toro, situándose él por fuera. Lo enganchó adelante, prolongando su embestida. Cuando el animal hacía por irse, El Juli cortaba las tandas. Lo probó por el izquierdo y buscó las vueltas finales. Tras pinchazo, estocada y Puerta del Príncipe con un corte fuerte en la mano izquierda que le hizo pasar a la enfermería tras pasear el trofeo. A los pocos minutos salió de nuevo al ruedo y posteriormente fue izado en hombros.

El primero, justo de presencia salió suelto y manseó en varas. En manos de Enrique Ponce aparentó suavidad y en la muleta el valenciano planteó una faena de estrategia llevándole siempre a igual distancia y altura. Mediada la labor le ligó más, atacándole, pero sin poderle bajar la mano. Mató mal y fue silenciado. Bonito de hechuras fue el cuarto, que salió haciendo cosas de bravo, pero que en banderillas esperó y cortó para los adentros. Ponce le probó en varios terrenos pero aunque el público le pidió algo más, el toro nunca rompió y no dio opciones.

El tercero, bien hecho, tuvo tanta nobleza como falta de raza. Cayetano, dejó un primer tramo de faena asentado y limpio por la derecha, sumado a un cambio de mano. Acompañó bien sus embestidas, pero con la mano izquierda parte del público le pidió mayor apretura. Desde ahí la faena y el toro bajaron. Mató de estocada de gran efecto y fue silenciado. El sexto, feo por delante, tuvo poca emoción. Cayetano inició faena a dos manos y al igual que anteriormente templó de salida pero su labor fue decayendo a la par que lo hizo el animal.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Caprichosa Sevilla

No hay duda sobre el estado de gracia del “Juli”. Torero de ideas muy claras, mucho más allá de conocer la técnica, la maneja y aplica a la perfección. Torero de mucho oficio, con una cabeza privilegiada, en el momento que se encuentra no hay toro que se le resista, ni triunfo que se le escape, por su capacidad de pensar, poder y resolver en la cara del toro. Su valor está también más que contrastado. Algo fuera de lo común.

Cosa bien distinta es el gusto y el sentimiento que pone en la interpretación. Torería y profundidad son dos conceptos que, aplicados a su estilo, no son tan fáciles de apreciar, y valorar. Y esto último porque los méritos para una salida a hombros por la cotizada Puerta del Príncipe de La Maestranza hay que medirlos siempre con muy estricto rasero.

Vaya otra vez por delante el reconocimiento al “Juli”, que en sus dos toros estuvo sobrado en lo de la técnica. Dicho de otra manera, pisó los terrenos oportunos y en las distancias clave, acertó en el temple al acompasar los movimientos de los engaños a la velocidad de los toros, y en la altura que ambos exigían. Impuso su mando. En suma, fue el esplendor en las formas.

Aunque en el fondo faltan otras cosas. En este sentido no se le ve cruzado al otro pitón, el de más allá, ni la suerte cargada. También empaque y figura hay que ponerlas al margen. Dicho en pocas palabras: “El Juli” no es un exquisito del toreo.

Aunque visto lo que hay, “El Juli” puede ser, y de hecho lo está siendo, el prototipo de torero triunfador, de épica, que no de lírica. Y no se trata de hacer juegos de palabras, sencillamente dejar claro que sus triunfos en los dos toros que toreó esta tarde en Sevilla resultan incompletos. Las dos orejas que cortó a su primero parecen excesivas por las ausencias en la faena. Un toro cambiante, al que costó sujetar en el capote, y fue por el izquierdo por donde finalmente lo consiguió “El Juli”. Se valoró mucho un quite a modo de réplica a otro de Cayetano Rivera, cuando lo único realmente notable fue la actitud de “picarse” con el compañero, puesto que sólo hubo empaque en la media verónica.

Y ya muleta en mano hubo excelencia en un par de tandas a derechas, por donde el toro empezó a ir mejor. Media muleta a rastras en series de cuatro, conviene hacer notar, y los remates de trinchera, molinetes, cambios por delante y los de pecho, estos, lentísimos.

Pero nada del otro mundo al coger la izquierda, aunque la música seguía con el pasodoble, que a otros toreros se les niega con tantos méritos o más. Y ya al matar, aunque entró derecho como una vela y “empujando” con el corazón, sin embargo, la colocación de la espada dejó bastante que desear. Está claro que las dos orejas parecen excesivas. Pero las cortó.

Y la tercera, llave para abrir “la Puerta”, vino en el quinto. “El Juli” planteó un trasteo de muchos arrestos, de aguante hasta desengañar al toro que en principio venía “midiendo”. Otra vez, lo mejor por el pitón derecho. Al natural perdió muchos pasos entre pases, recolocándose continuamente. No hubo tanta armonía. Por eso no se entiende la mayoría de pañuelos en la petición del trofeo después de un pinchazo antes de la estocada definitiva.

Sevilla es así de caprichosa a veces, y hay que aceptarlo. Pero, ojo, que ahora también hay que saber encajar los comentarios que la descalifican. Porque hoy, para muchos, perdió prestigio y rigor una plaza otrora santo y seña de la pureza, templo de la esencia del toreo.

No hubo más en la tarde. Porque Ponce se limitó a estar correcto pero frío en el soso primero, que iba y venía siempre a media altura. Y otra vez fácil y con idéntica apatía frente al parado cuarto.

Cayetano, espeso de ideas, no fue capaz de aprovechar las diez o doce buenas arrancadas del tercero. Y tampoco resolvió en el último, aquí por falta de ánimo.

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Firmas

Por Gastón Ramírez. El Juli: la hermosa verdad del toreo

No es fácil convencer en Sevilla, y menos aun poner de acuerdo a los exigentes abonados de la plaza más guapa del mundo, pero Juli está intratable.

En su primero toreó bien a la verónica, cargando la suerte y fijando al bicho. Después de un semi-quite de Cayetano el madrileño le replicó con más verónicas mandonas y una media colosal. La faena en los medios fue de cante grande, uno de esos trasteos en que si no se domina al toro, éste acaba por rajarse y deslucir todo. Pero ahí estaba un torero grande y sabio que combinó a la perfección el temple y el mando. Recordaré largo tiempo cómo aguantó una terrorífica colada por el pitón izquierdo y luego volvió a la carga por el mismo perfil para someter al de Garcigrande en riñonudos y artísticos naturales. Los muletazos clásicos y los de adorno se engarzaron para formar una obra de arte, de aguante, de torear en un palmo y de gustarse. Si me permite usted decir una barbaridad, Juli toreó a un toro español como si fuera mexicano, ligando tandas largas y de mucho sentimiento.

Si la estocada fue un poco defectuosilla o no, poco importó para que el público exigiera con fuerza las dos orejas del burel, mismas que la presidenta se vio obligada a conceder.

En el quinto, un astado que en otras manos hubiera sido despreciado y liquidado con prontitud, don Julián estuvo torerísimo, aun más mandón y valiente que en su primer turno. Hubo unos cambios de mano por delante que culminaban en un natural glorioso, los cuales valieron no sólo la entrada a esta corrida, sino el abono completo. El torero de Velilla de San Antonio está en el plan de que cualquier cosa que le salga por chiqueros va a servirle para hacer el toreo bueno, el toreo verdad. No hay un muletazo que no complete, un momento en el que no abra la muñeca para rematar el pase, una duda en las distancias durante la lidia… Esta vez, al tirarse a matar, se olvidó de las ventajas del julipié, y el pinchazo (del que salió con una herida en la mano zocata) valió más que muchos falsos espadazos de algunos de sus colegas. Luego vino el estoconazo que valió con creces la tercera oreja, esa que mágicamente hace que se materialice la mítica llave de la puerta más grande del universo conocido, la del Príncipe.

Pasemos a asuntos más mundanos, más habituales, más tristes; pues no todo en el toreo es grandeza. Ponce estuvo mal y de malas. Es triste, pero es menester decir que desperdició al cuarto, un toro con bravura, nobleza y recorrido. El gran maestro de Chiva, ahora ya poco dispuesto a jugarse la barriga, se entretuvo en hacer ver mal al morito, abusando de sus conocimientos y de su marrullería. Lo peor fue que después de que algunos maleducados le pitaron y le abuchearon por torear tan lejos y sin exponer ni un alamar, después de que tuvo que descabellar al pobre bicho, le atizó un grosero golpe despectivo con la corta al cadáver del Garcigrande. Mejor le hubiera dado un puntapié de niño maleducado: ¡Olé los toreros pundonorosos!

Cayetano, el nieto del gran don Antonio Ordóñez, estuvo elegante y tratando de hacer las cosas bien, pero no se le ve convencido de su propia torería. Lástima, porque tiene clase y buenas maneras. En su descargo diremos que era muy difícil sobreponerse a la sensación de que la aplanadora Juli le había pasado por encima.

Firmas

Por José Antonio del Moral. El Juli arrolla y se adueña de Sevilla

El dispar juego de los toros de Gracigrande repartió desigualmente la suerte de los actuantes. El Juli tuvo otra tarde gloriosa con los dos mejores de los que cortó tres orejas por lo que salió a hombros por la Puerta del Príncipe. Y, por el contrario, Enrique Ponce tuvo una actuación irrelevante para la mayoría aunque con el primer todo anduvo magistral. Cayetano, con el lote medio aunque también posible, naufragó tal y como se esperaba. Que El Juli está que se sale e intratable, ya es un axioma al que estamos tan acostumbrados que hasta parece imposible verle mal salgan los toros como salgan.

Pero es que, además, como en casi todas las corridas que torea le corresponde al menos uno de los buenos – ayer dos, por cierto -, sus triunfos se reproducen en inimaginable progresión y ya va para dos años seguidos en este imparable e inaccesible plan.

Desde que se abrió de capa por mandonas y templadas verónicas para saludar al segundo toro, estaba prácticamente catado que a poco que se moviera el quinto, saldría a hombros por la famosa Puerta del Príncipe. Trofeo añadido en la Plaza de la Real Maestranza que no todos los toreros que la abrieron merecieron tal alto honor, sencillamente porque para abrir esa puerta basta que se corten tres orejas y no siempre legales. Pero tanto la del año pasado como la de este viernes, superó el cabalístico número de trofeos porque por encima de la cifra estuvo el magnífico conjunto de la actuación de joven maestro madrileño.

Si bien y más que redondo anduvo con su primer oponente, mejor con el quinto porque este animal no fue tan claro ni tan fácil y porque, además, vimos como Julián intentaba y lograba hacer lo que le vimos hace meses en Lima y en México. A propósito de ello, ya hemos escrito que para los que les vemos en casi todas las plazas importantes del mundo, lo que más nos atrae de El Juli en este excepcional momento que goza, es comprobar si es capaz de conseguir faenas como las americanas. Pues bien, ayer en la segunda parte de su faena al quinto, casi lo consigue.

Trabar, coser sin solución de continuidad varios muletazos naturales y cambiados cual privilegiado prestidigitador que a la vez que sorprende va creando lo que repentinamente imagina e improvisa de inmediato, es algo que enardece a los espectadores hasta volverles locos de pasión y de alegría. Y eso es lo que sucedió en la tarde de este viernes tras llevar dos orejas cortadas al segundo toro. Dos orejas que habrían sido cuarto si El Juli no hubiera pinchado antes de agarrar la estocada definitiva.

Habrá quien discuta la segunda de su primer toro por lo trasero y caído del espadazo con que mató. Pero es que esta faena, señores, fue mucho mejor que la del otro día por menos forzada y no tan exageradamente interpretada en busca de la mayor largura y hondura de los muletazos, lo que obliga al torero a despatarrarse en exceso y a doblarse demasiado por la cintura. Seguramente que el propio Juli está intentando y como ayer le vimos, logrando, hacer el toreo más derecho y con más naturalidad.

De sus intervenciones con el capote, destacar la réplica que hizo al quite de Cayetano en su primer toro. Lo aplastó materialmente. Y de su indiscutible autoridad, para qué seguir insistiendo. Mientras siga gozando del estado de gracia que disfruta, cabe suponer que cada día estará mejor. Ojalá que así sea.

Lo mismo que deseamos que a Enrique Ponce empiece a sonreírle la suerte con los toros porque, desde hace ya dos temporadas, parece que tiene la negra. Sobre todo en las plazas más importantes. A cualquier de los cuatro toros de sus compañeros les habría dado fiesta. Pero con los que le mostrar su magisterio como lidiador y muletero aunque la sosería del animal impidió que la gente se calentara. Y con el aplomado cuarto, ni siquiera eso porque con un marmolillo no cabe otra cosa que darme muerte en vez de intentar lo que no era posible.

Lógico que Ponce dejara ver su desmoralización y hasta su íntima contrariedad cuando uno pocos se metieron con él. Pero que no desespere el Gran torero porque todavía nadie, ni antes, ni durante, y esperamos a ver si después de él, alguien logra igualar su histórico palmarés. Más respeto, pues, hay que pedir a sus contrarios.

Cayetano estuvo como venimos pronosticando que iba a suceder tras verle en Fallas y en Castellón. A muchos nos parece increíble que ya no sea capaz de hacer lo que logró varias veces en sus comienzos. Da la impresión de no estar mentalmente metido en lo que debe y que nadie pueda comprender que, en vez de ir progresando, retrocede a pasos agigantados. Tuvo material para triunfar en Sevilla y fue incapaz. Debería pensar en irse si las cosas siguen como hasta ahora. Veremos que hace en la próxima de Sevilla y luego en Madrid. Temblamos al pensarlo.

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Imágenes: Empresa Pagés.

Sevilla Temporada 2011

sevilla_290411.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:20 (editor externo)