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TOROS EN RUSIA

Corridas de toros en Rusia. Por Daniel Utrilla. El Mundo. Lunes, 16 de diciembre´2002. Muerte surrealista de toros en Moscú. Jamás les aturdió el bramido acompasado de los «¡olé!», nunca sintieron las banderillas en el espinazo, ni les bulló la sangre ante el revoloteo de un capote. Casi 15 meses después de su llegada a Rusia, la muerte sorprendió a los 12 toros bravos hispanoportugueses que debían haber sido lidiados en Moscú rumiando su mala sombra en un establo de la milenaria Yaroslav, a orillas del Volga.

No fue la estocada del invierno ruso lo que les dejó para el arrastre. Al menos, así lo asegura su último propietario, el diputado Alexander Simon, que atribuye las muertes casi sincronizadas de los 12 toros a la falta total de movimiento de los animales, que llegaron a Moscú el verano de 2001 para protagonizar una corrida portuguesa (donde los animales no son sacrificados).

«Los pobres no pudieron sobrevivir en tales condiciones. Les pasó lo mismo que a los rehenes del teatro Dubrovka en Moscú.No podían ni moverse. No hemos sabido mantenerlos», comenta Simon, resignado, a EL MUNDO. «Como los toros empezaron a matarse unos a otros, los metimos a cada uno en recintos separados. Y de un día para otro, empezaron a desplomarse y a morir», explica.

Junto a las malogradas reses, también han caído en desgracia 19 de las 20 vacas que cruzaron Europa con ellos desde una ganadería francesa de Saint Martin de Crau. Sólo Dinara ha sobrevivido al letal efecto dominó.

La puntilla de Damocles amenazó sus testas desde el mismo momento en que el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, prohibió in extremis el festejo, que debía haberse celebrado los días 8 y 9 de septiembre de 2001 en el estadio Olimpinski de la capital. Una decisión polémica que tomó presionado por la Iglesia Ortodoxa (opuesta a los visos católicos del festejo) y los grupos ecologistas.Tamaña faena dejó a la rejoneadora rusa de 35 años, Lidia Artamonova, a las puertas de convertirse en la heroína de la primera corrida en la Historia de Rusia.

Decepcionada por la dejadez de las autoridades y de los grupos encargados de cuidar a los astados, Artamonova cogió por los cuernos la difícil tarea de mantenerlos con vida en un barracón de Protasovo, una pequeña aldea situada a 75 kilómetros de Moscú.

Ya entonces, denunció a EL MUNDO las tentativas de las autoridades para quitarse de encima los incómodos animales. Según ella, el director de la Academia del Ocio (la organizadora del festejo en Moscú) no les pagó un solo rublo del seguro, pero en cambio sí le ofreció el doble de su contrato (67.000 euros) por sacrificar a los toros. «Intentaron que los toros murieran de frío. La temperatura en invierno bajó hasta 31 grados bajo cero en la aldea y a -10 dentro del establo, pero yo los obligué a poner cinco generadores de calor», comentaba Lidia la pasada primavera.

En mayo de este año, el diputado Alexander Simon rescató a las reses bravas del sórdido cobertizo de Protasovo animado por la posibilidad de reciclarlos para la corrida portuguesa que planeaba organizar en Yaroslav (280 kilómetros al norte de Moscú). Una vez roto el hielo, Lidia soñaba con organizar más tarde una auténtica corrida española en la localidad caucásica de Kabardino-Balkaria.

Pero la muerte de los toros ha desbaratado sus planes. El pasado mes de septiembre, todo estaba preparado en Yaroslav para la fiesta y Simon se disponía incluso a enviar una invitación al Rey Juan Carlos, cuando el alcalde de la ciudad suprimió la fiesta de raíz alegando su «crueldad».

A Lidia le cuesta creerse la explicación oficial de la muerte de los animales. «Cuando me enteré, llamé a Alexander Simon y le pedí que me enseñara los documentos. En septiembre, me dijo que dos o tres animales habían muerto por inmovilidad. Yo le insté a ampliar el corral, y lo hizo. Por eso, decir ahora que todos murieron por esa causa es imposible», explica Artamonova.

Desengañada tras sus repetidas embestidas con las autoridades, prefiere consagrarse ahora a su escuela de doma de caballos, lo que a Luzhkov no le parece tan «salvaje» como la corrida.

Los toros olvidados de Moscú. Por Daniel Utrilla. El Mundo. Martes, 23 de abril´2002. Encaramada a una pila de fardos de paja, Lidia Artamonova se asoma traviesa por encima de la tapia que la separa de sus 12 toros hispano-portugueses. Sus ojos brillan ante la manada. Coronados por lustrosas cornamentas sin afeitar, los astados yacen tranquilos, rumian en silencio y defecan sin complejos ante la mirada atenta de su ama, una rejoneadora rusa de 35 años empeñada en implantar la Fiesta Nacional en tierra de zares.

El pasado verano la alcaldía de Moscú prohibió in extremis la corrida en la que debían participar. Desde entonces los animales se hacinan en un precario cobertizo de 100 metros cuadrados en el pequeño poblado de Protasovo (75 kilómetros al norte de Moscú).

Aquí son alimentados con pienso y heno por tres obreros tayicos que combaten el hastío y el efecto narcótico del olor a estiércol con un radiocasete que no cesa de escupir música árabe. «Tenemos miedo, pero a pesar de eso trabajamos», dice Ibraguim, el jefe del trío.

Afuera, el temprano sol de abril ilumina la estepa, un horizonte plano sembrado de abedules que ningún miura cambiaría por una dehesa andaluza. En el poblado, las casuchas de madera color ceniza lucen sus fachadas repintadas con los ribetes de las ventanas coloreados al viejo estilo ruso. El graznido de los cuervos planea sobre el poblacho. Junto a la vaquería, en una plazoleta de madera roja de 38 metros de diámetro, Lidia se entrena a menudo con sus caballos y las 20 vacas que llegaron a Rusia con los toros.Después de 19 años, esta Catalina la Grande del toreo ha matado a lomos de sus 12 caballos más de 300 toros en Francia (donde tenía su propia arena), Portugal y hasta en plazas locales salmantinas.

En todo este tiempo, tres inesperados lances han roto la calma de los escasos 200 habitantes que habitan Protasovo. En verano, uno de los toros se les escapó, y tras cornear al director de la finca fue sacrificado a balazos. Cuando el incidente parecía olvidado, el menor de los obreros tayicos se saltó a la torera la ley seca que exige el Corán, se emborrachó y se introdujo en el establo, donde los astados dieron buena cuenta de su osadía.

«Jugaron con él como con una pelota de fútbol», dice Lidia. El chico perdió el conocimiento, pero sobrevivió a las heridas.Una segunda res murió hace tres semanas cuando, ante la mirada atónita de los guardianes tayicos, los toros sacrificaron al mayor de ellos ensartándole con sus cuernos. «Fue un complot», comenta a EL MUNDO Karl Shviedov, el ayudante de la escuela de doma de Lidia. «Al toro más viejo le salió un competidor. Este le embistió y enseguida le cornearon sus cómplices por los costados.Los toros lamieron la sangre y se alejaron», narra Karl.

Vestido con vaqueros y una camisa blanca, su aspecto rollizo apenas difiere del de un ganadero extremeño, por ejemplo. «Cuando lo sacaron muerto del establo, corté una pierna para mí», afirma sonriente.

Comprados a razón de 2.800 euros por cabeza a una ganadería francesa de Saint Martin de Crau los toros debían haber participado los pasados 8 y 9 de septiembre en una corrida portuguesa (donde no se sacrifica al toro) auspiciada por Lidia Artamonova. Cientos de carteles que anunciaban la corrida como el primer espectáculo taurino de la Historia de Rusia envolvieron Moscú. Sin embargo, el alcalde de la capital, Yuri Luzhkov, acorralado por las protestas de los grupos ecologistas y la cruzada antitaurina emprendida por la Iglesia ortodoxa, suspendió la corrida.

Desde entonces la rejoneadora ha tenido que lidiar con la indiferencia del Gobierno para salvar el pellejo de los toros, a los que quiere reutilizar en sendos festejos este verano: una corrida portuguesa en Yaroslav (a 300 kilómetros de Moscú) y una española en Kabardino-Balkaria (en el Cáucaso ruso). Dentro de un año intentará dar el salto a Moscú. «No quiero sacrificarlos en Yaroslav para no dar al Gobierno motivos de queja, pero en el Cáucaso ningún patriarca va a inmiscuirse», comenta.

Cuando suspendieron el festejo, la organización Zubor Plus, del departamento de recursos alimenticios de Moscú, se hizo cargo de los animales. Sin embargo, ella denunció la dejadez manifiesta de los funcionarios y tomó las riendas del mantenimiento de los animales. «No querían cuidar a los toros. Para ellos habría sido mejor envenenarlos y que el asunto cayera en el ovido. Vivimos en un estado medieval. El patriarca se mete en todos los asuntos», denuncia.

Menuda y vivaracha, defiende encendida su sueño de importar la corrida a Rusia y denuncia los puyazos que le han propinado por la espalda. La rejoneadora se considera víctima de un complot organizado por uno de sus socios, el ex director de la Academia del Ocio, que azuzó a la Iglesia y a los grupos ecologistas y de ultraderecha para que abortasen la corrida con vistas a quedarse con los beneficios del seguro. «Utilizó la religión católica como un trapo rojo ante la Iglesia ortodoxa. Intentaron que los toros murieran de frío», sentencia. Arriba, foto del Cartel anunciador/El Mundo.

No a a las corridas de toros. The Moscow Times. Editorial. 27 de agosto´2001. El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, ha decidido cancelar una corrida de toros que figuraba en la programación de un festival de cultura portuguesa en Moscú. Contra las corridas también figuran los activistas de los derechos de los animales, la iglesia ortodoxa rusa y el joven movimiento pro-Putin. La corrida es un elemento de las culturas de España y Portugal. Pero fuera de ese contexto social el misterio desaparece y queda en el estómago el espectáculo de un animal atormentado. Instalar una plaza en Moscú no es llevar los aspectos de la cultura portuguesa a Rusia. Por el contrario, lo que estaría haciendo Rusia sería importar otro vicio violento de Occidente en la linea de los combates de perros o de las luchas sin normas. El alcalde acierta con el “No, gracias…”.

Condena espiritual a los toros. Por DANIEL UTRILLA. El Mundo. Lunes, 27 de agosto´2001. La Iglesia ortodoxa se opone a la «importación» de las corridas en Rusia.

La Iglesia ortodoxa rusa se ha unido a los detractores de los toros para evitar que los próximos 8 y 9 de septiembre se celebre en Moscú una corrida portuguesa, la primera en la historia de Rusia.

Cuando faltan dos semanas para que se celebre en Moscú la corrida más polémica e inusitada de la historia de la tauromaquia, el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Alexis II, ha echado un capote a los numerosos detractores del acto con una condena espiritual de los toros.

«Estoy convencido de que semejante espectáculo constituye una propaganda nociva de la violencia, un fenómeno al que se viene enfrentando nuestra sociedad en los últimos años», sentencia Alexis II. El fragmento pertenece al texto de una carta abierta publicada por el rotativo Komsomolskaya Pravda, en la que el patriarca se solidariza con el llamamiento de la presidenta de la Sociedad Protectora de Animales de Rusia, Vera Maximova.

Kiril, el metropolitano de Smolensk y Kaliningrado, echó aún si cabe más leña al fuego y aseguró el pasado jueves que la corrida es «un tipo de espectáculo de la misma calaña que la pornografía».

«Ambos apelan a los instintos primarios del hombre, de los que no tenemos necesidad hoy día en nuestra sociedad», sentenció.

La Iglesia Ortodoxa se pone así al frente de la cruzada antitaurina y del coro de protestas que ya se empieza a manifestar en la capital rusa de muy diversas formas.

A las pegatinas de condena estampadas en los vagones del metro (en las que aparece la cabeza ensangrentada de un toro), hay que sumar las pintadas de ubiitsa (asesina), con las que algunos moscovitas han subtitulado en los carteles el nombre de Lidia Artamonova, la rejoneadora rusa que organiza el acontecimiento.

Educada desde los dos años en Francia, donde se formó en el arte de la doma y el rejoneo, Artamonova ha regresado recientemente a su patria con la intención de dedicarse a la ganadería e implantar la tauromaquia. Para ello, ha optado por enfrentar a sus compatriotas con la variante más suave de la lidia, la corrida portuguesa, donde el toro no muere. «El primer año, llegarán los curiosos, y el segundo veremos si nos hemos ganado o no al público», comenta a EL MUNDO Artomonova, que desde el primer momento se ha mostrado indiferente ante las críticas que suscita su iniciativa.

La indignación que ha desatado la corrida fue rematada esta semana por la actriz francesa Brigitte Bardot, que remitió una carta al populista alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, en la que le pide que corte de raíz este «injerto cultural».

El circo taurino llega a Rusia. El Mundo. Por DANIEL UTRILLA. Martes, 21 de agosto´2001. La primera corrida de toros en Rusia, que se celebrará en Moscú el próximo mes de septiembre, ha provocado una gran polémica que se ha extendido por todos los rincones de la capital rusa, creando una imagen errónea sobre la fiesta.

No habrá estocadas, descabellos, arrastres ni orejas que cortar. Pero a pesar de ello, la primera corrida de la historia de Rusia -que ha de celebrarse los próximos días 8 y 9 de septiembre en Moscú- está empezando a desatar más revuelo que pasiones entre los rusos.

Con la escueta y desconcertante leyenda «corrida o baile con toro», los enormes carteles que presentan el evento han empezado a multiplicarse por toda la ciudad. El veterano matador portugués Víctor Méndez será la estrella del experimento. Los organizadores han estampado en la publicidad dos leyendas que no aclaran del todo si el espectáculo que los rusos verán en el estadio Olimpinski se parecerá más a un número de circo que a una corrida. Si en una esquina se advierte: «Estamos a favor de la belleza de las tradiciones de los pueblos del mundo», en la otra se aclara por si acaso: «Estamos en contra de la violencia».

La culpable del revuelo es Lidia Artamonova («la única mujer rusa que torea a caballo», según explica el cartel), una rejoneadora rusa formada en Francia, España y Portugal empecinada en quitarles a los niños rusos la vocación de cosmonauta. Pese a que su especialidad es el rejoneo y ama a sus 12 caballos por encima de todo, Artamonova se curtió matando toros a pie en los ruedos de pueblos españoles y franceses. Licenciada en Sociología, Artamonova es consciente de que, para implantar la corrida en su país, los espectadores deberán digerir la primera faena sin demasiadas dosis de sangre. Confesa detractora de la figura del picador español, Artamonova ha elegido la variante del rejoneo portugués (donde el toro no muere), como un primer paso para aficionar al reticente público ruso.

«No estoy en contra de que se mate al toro, pero sería impensable hacerlo ahora en Moscú. Mataríamos la corrida antes de que nazca», comenta Artamonova a EL MUNDO. Hace unos meses, Lidia se llevó un buen susto cuando el gobierno ruso cortó de raíz las importaciones de origen animal de la Unión Europea con motivo de la crisis de las vacas locas. Aunque con tres meses de retraso, los astados (de origen portugués, frances y español) han podido finalmente viajar a Moscú.

Mientras tanto, muchos ciudadanos han empezado a mostrar su indignación. El rotativo Komsomolskaya Pravda ha publicado una curiosa carta remitida por el personal del Instituto Científico de Arquitectura Shusiev que reza así: «Expresamos nuestra protesta por la celebración de la corrida en Moscú. Los organizadores tratan de convencernos de que será humana, lo cual no es cierto, pues antes de la batalla a los toros les cortan los tendones, les dan mucha agua, les untan los ojos con vaselina y durante este noble espectáculo al animal lo excitan y pican con banderillas. La corrida es un entretenimiento sangriento y medieval, y esperamos que este espectáculo vergonzoso sea prohibido en nuestra capital».

toros_en_rusia.txt · Última modificación: 2020/10/26 12:47 por Editor