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PLAZA DE TOROS DE VALENCIA

Fotografía: Iván Fandiño / Francisco José Ferrís

Viernes, 27 de julio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro, 3º y 5º, Adolfo Martín, 2º y 4º, y Alcurrucén, 1º y 6º.

Diestros:

Iván Fandiño, en solitario tras la baja de Javier Castaño, con el que estaba anunciado mano a mano. El balance fue el siguiente: (ovación, ovación, silencio (sobrero de Alcurrucén), silencio, oreja y oreja. Sale a hombros).

Entrada: un tercio de entrada.

Crónicas de la prensa:

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Fandiño salva 'in extremis' su osada apuesta

Plaza de toros de Valencia. Viernes, 27 de julio de 2012. Tercera de feria. Un tercio de entrada. Toros de Alcurrucén (1º serio y noble pero sin rematar por abajo y el largo 6º de buen y humillado pitón derecho, los dos cinqueños, y un sobrero “3º bis”, lesionado y topón); Adolfo Martín (un 2º paliabierto, blando y pegajoso y un 4º cinqueño, estrecho y tobillero); y Fuente Ymbro (3 devuelto y un hondo y badanudo 5, noble pero sin clase ni terminar de humillar).

Iván Fandiño, de rosa y oro. En el primero, estocada despendida (saludos). En el segundo, media estocada tendida y dos descabellos (saludos). En el tercero, pinchazo, media estocada y descabello (silencio). En el cuarto, dos pinchazos, estocada y descabello (silencio). En el quinto, estocada pasada (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada delantera y desprendida (oreja).

Se guardó un minuto de silencio por el 16 aniversario de Curro Valencia en este coso.

Fandiño se quedó solo con seis toros. Y a oscuras. Y más solo que la una cuando el negro cielo relampagueó. Y cayeron unas gotas. Iván de Orduña había decidido quedarse con el reto ante la baja de Castaño, que anunció horas antes que reaparecía este sábado en Santander.

Sin palabras lo de Javier y de psicoanálisis lo de Iván. Un gesto que si en su bilbaína tierra se cuestionó por planteamiento, en Valencia rayaba el absurdo. Y la empresa se encogió de hombros: un tercio de plaza, que eso sí, se lo agradeció con una ovación.

Al final con oreja y oreja in extremis saldó cuentas y salvó de alguna manera la tarde cuesta abajo y la apuesta de gallardo samurái: los harakiris también son honorables gestos como las caídas en picado de los kamikazes de la II Guerra Mundial contra los destructores estadounidenses. Ahora mismo, pese a su salvación, no se sabe si ha ganado en caché, categoría, tirón o prestigio.

La corrida se contagió del espeso y bochornoso clima. Las luces artificiales se encendieron en el tercero. Todo se torcía. Un precioso y serio cinqueño de Alcurrucén había sido hasta entonces el mejor sin terminar de rematar por abajo los muletazos. Encajado pronto Fandiño, que había hecho el que hasta las 20:25 había sido el único quite. Por saltilleras. Encajado pronto con la izquierda. Y consintiendo la obediencia ya gastada.

El de Adolfo Martín, muy abierto de palas, de triste perfil, cárdeno y flojo. Apenas lo picó. Quedó como dormido. Y pegajoso. Algo más conseguía despegarlo por el izquierdo. Pero pasaba el funo con una dormidera falsa. Se le quedó debajo y lo volteó por el chaleco. Se lo arrancó de cuajo y en el suelo le tiró un derrote al mentón que lo dejó medio sonado. Sin casaquilla y con el milagro del agua bendita prosiguió íntegro hasta matarlo.

No volvería a enfundarse la chaquetilla. Salió el toro de Fuente Ymbro con brío, tocado arriba de pitones. Y al rematar en un burladero se partió la vaina, y no sólo, del pitón derecho. Las verónicas fueron extraordinarias. Pero el cuerno se acabó de resquebrajar, sin llegarse a desprender, como si tuviera todavía la cola de las fundas, y el presidente lo devolvió.

El sobrero de Alcurrucén, jirón, calcetero y anchote, saltó al callejón nada más salir. O ahí o en la salida de un mal puyazo quedó como descoordinado. Lo de topar lo traía de casa. No hubo causa más que la insistencia. El cuarto, de Adolfo, con los cinco cumplidos, zancudo y estrecho, pasó de escasa fuerza a tobillero. Por debajo le andaba.

La ocasión se plantó con un zambombo de Fuente Ymbro, muy atacado por delante, hondo y badanudo, que sacó nobleza, que no clase, para que Fandiño lo aprovechase con inteligencia y distancia para darle inercia. Cerca de las 21:00 horas se produjo el segundo quite de la tarde, por chicuelinas.

Iván brindó con rabia y raza a la parroquia, refugiada ya de la lluvia en palcos y nayas, y le dio buen trato al fuenteymbro que no terminaba de humillar y enganchaba, a veces, el engaño. Por las dos manos se enrazó y buscó el triunfo hasta cazarlo con una estocada. El marcador al menos ya no quedaba en blanco con la oreja como en Bilbao. Un balón de oxígeno ante el último asalto.

El de Alcurrucén apareció largo como un tren, cinqueño, apretado de sienes y montado. Frío de capotes y caballos, todo su cuello entonces elevado descolgó para embestir por el pitón derecho con elástico estilo de pronto y de primeras y con nobleza siempre y después. No tanto a izquierdas.

Una sola tanda en medio de una obra diestra de final más apagado que se elevó por bernadinas. Se tiró a matar encima y salió prendido, volteado y pateado. Pero intacto otra vez. Dolorido de una rodilla, volvió a atacar con fe ciega. Y consiguió el trofeo y la puerta grande. De su parte no quedó nada.

ABC

El gran esfuerzo de Fandiño es recompensado a última hora

El infortunio de Javier Castaño hizo que Iván Fandiño asumiera el compromiso de encerrarse con los seis toros. No pintaba bien la tarde, entoldada, bochornosa y con escasa asistencia de público en los tendidos.

Los toros, de tres hierros distintos, apenas estaban dando argumentos para el triunfo , salvo dos de Alcurrucén: el primero, noble y con calidad por el pitón izquierdo, y el manso pero encastado sexto, que llegó a la muleta con transmisión y buen son por el lado derecho. Los de Adolfo Martín, mansos y sin enseñar el peligro que realmente tenían. Y los dos de Fuente Ymbro, el primero devuelto tras partirse el pitón derecho en el ruedo, y el quinto, noblón pero falto de raza y calidad. Por si fuera poco, durante la lidia del tercer toro apareció la lluvia, haciendo que el respetable que ocupaba localidad en el tendido se subiera a las nayas, dejando el ambiente todavía mas frío.

Fandiño estuvo durante toda su actuación muy centrado y sereno, sin perder los papeles en ningún momento, pero sin encontrar la debida recompensa a su esfuerzo. A su primero lo toreó bien con el capote. Con la muleta se lució con la izquierda, rematando de una buena estocada. El segundo, de Adolfo Martín, llegó a la muleta rebañando. Le expuso más de lo que merecía y resultó volteado espectacularmente, sin consecuencias. Al tercero de Fuente Ymbro y al cuarto de Alcurrucén, mansos y sin posibilidad, los pasaportó con la mayor dignidad.

Y salió el quinto de Fuente Ymbro, manso y sin ninguna calidad, pero Fandiño tiró de oficio y, tras una faena poco limpia pero de enorme voluntad, pudo arrancarle una merecida oreja teniendo en cuenta sus anteriores esfuerzos.

Y salió el sobrero sexto de Alcurrucén, que manseó descaradamente en los dos primeros tercios, primero no dejándose picar y luego esperando peligrosamente en banderillas. Pero el toro terminó embistiendo con transmisión y calidad por el derecho. Fandiño, que no logró encontrarle la distancia en algunas ocasiones, terminó por centrarse y sacar series muy meritorias. Cuando entró a matar, volvió a ser volteado, cobrando luego una gran estocada que le valió el segundo trofeo.

La Razón

Fandiño salda a hombros su gesta en Valencia

Definitivamente, a la Feria de Julio le ha mirado un tuerto y nada sale a derechas. Iván Fandiño hizo el paseíllo en solitario, con el cielo encapotado, casi a oscuras y con la plaza medio vacía. Tampoco el ganado que tuvo enfrente le sirvió de alivio. El primero, de Alcurrucén, serio, con cuajo… y muy poca fuerza se defendió en la muleta, no dejando a su matador más que estar muy animoso.

El segundo, de Adolfo Martín, se quedó corto en la muleta, siempre pendiente del torero, al que, finalmente, echó mano aunque sin consecuencias, afortunadamente. El tercero, primero de Fuente Ymbro, se rompió un cuerno contra un burladero y fue sustituido por otro de Alcurrucén, manso, sin gracia, ni fuelle ni fondo. Como el trasteo que dejó Fandiño, que no se confió ni dio coba con el cuarto, otro astado de Adolfo Martín justo de fuerza, mirón e incierto. Sólo al final se arregló la cosa. Con el quinto, de Fuente Ymbro, se lució al quitar por chicuelinas y aprovechó el viaje más largo del astado y su mayor claridad para componer un trasteo más templado pero a saltos y que se embarulló algo en el último tramo.

Cerró plaza otro Alcurrucén muy serio, con casi 600 kilos de pitón a rabo, manso de libro en los primeros tercios pero que, aun a regañadientes y a arreones, embistió en la muleta y permitió una labor más entonada y lucida que amarró a costa de otro volteretón. Tercera de feria. Tres toros de Alcurrucén (1º, 3º bis y 6º), serios, sin fuerza el 1º, mansos 2º y 6º; dos de Adolfo Martín (2º y 4º), corto uno e incierto el otro; y uno de Fuente Ymbro (5º), gordo y noble. Iván Fandiño, ovación, ovación, silencio, silencio, oreja y oreja. Menos de un tercio de entrada.


Toros en Valencia. Temporada 2012

valencia270712.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:19 (editor externo)