Falange actuará de forma relativamente autónoma y sanguinaria durante los primeros días tras el golpe militar de Francisco Franco (18 de julio de 1936), en forma de los “escuadrones del amanecer”, que sólo cesan cuando las nuevas autoridades logran someter el orden público a su entera competencia.
El rejoneador cordobés Antonio Cañero se retira en 1936. Aquel verano solicita su ingreso voluntario en el Ejército, tras la rebelión militar. Parte de su trayectoria, se recoge ya en distintas obras de Moreno Gómez. En 1936: El Genocidio franquista en Córdoba, dice el historiador que, el 23 de julio era capitán y encabezaba por primera vez al grupo de jinetes, que a caballo y al amanecer, provocaron junto a tres baterías de artillería, el primer ataque de los golpistas a la Almodóvar del Río republicana. Era el mismo “Batallón de Voluntarios de Córdoba, al mando del teniente coronel retirado Pedro Luengo Benítez y del rejoneador Antonio Cañero”, volverían el día 21 de agosto, tras el bombardeo sobre Córdoba, desatando “crueles represalias”. Luego de recibir su armamento y correajes “por envío directo de Queipo de Llano, el Escuadrón de Córdoba, conocido también como el de Cañero o del Amanecer, se integró en el Batallón Gran Capitán formado por “falangistas, jóvenes de acción popular y otras procedencias oligárquicas”; el del rejoneador era de “caballistas, guardas rurales, aperadores de fincas y señoritos aficionados a la equitación”.
Estos y otros “méritos” de guerra del capitán Cañero dejarían en los cordobeses el imborrable recuerdo del Escuadrón del Amanecer, y en su carrera militar, un salto de dos escalafones; pues alcanzó el grado de teniente coronel sin pasar por el de comandante.
VR. José García Algabeño hijo