Liebestod y Juan Belmonte, mucho más que una epopeya taurina

La obra de Angélica Liddell, de las preferidas para el próximo Festival de Aviñón, uno de los de mayor tradición y raigambre en Europa.

Al unir al revolucionario torero andaluz Juan Belmonte y la música de Richard Wagner, Angélica Liddell da voz a los orígenes de su teatro, a lo que llama “una historia del teatro que es la historia de mis raíces, de mis profundidades”.

Más que un arte, el toreo fue para Juan Belmonte un ejercicio espiritual, elevando las emociones a un espacio infinito, a la eternidad. Una búsqueda incesante de la belleza trágica que opera en Liebestod, un intento de comunicarse directamente con lo sagrado, tanto en la obra del torero como en el escenario de Angélica Liddell. “Siempre busco el momento sublime, la transfiguración, el entusiasmo desbordante, el resplandor y la luz, ese transporte lírico que se produce cuando se ama”.

Liebestod es, por tanto, mucho más que una epopeya taurina; el espectáculo se convierte en ofrenda, “es la obra de una mujer enamorada, una mujer mortal. También es una inmolación”.

Juan Belmonte (1892-1962), el «divino tartamudo» del barrio de Triana de Sevilla, es considerado el creador del toreo espiritual. Vivía obsesionado con la muerte de Joselito en la plaza de toros. Su frase «Luchamos como somos» resume su filosofía. Su suicidio nos habla del sentimiento de «no poder vivir más» que describe Emil Cioran en En las alturas de la desesperación.

El título del clímax de la ópera Tristán e Isolda de Richard Wagner de 1865, Liebestod, significa literalmente «amar a la muerte». El compositor escribió la música con su propia reescritura poética de la leyenda celta medieval. La palabra liebestod remite al tema del erotismo de la muerte o del “amor hasta la muerte”, con la idea de que la consumación del amor de la pareja tiene lugar en la muerte, o incluso después de ella.

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