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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo, 29 de mayo de 2022

Corrida de novillos

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Novillos de Villamarta (de diferente presentació y juego desigual, sosos y desclasados en general; aplaudido el 1º)).

Diestros:

Pablo Páez: Estocada, dos descabellos (saludos desde el tercio); pinchazo, pinchazo hondo (silencio).

González Écija: Media estocada trasera, tendida y caída, aviso, dos descabellos (palmas); pinchazo, estocada delantera y caída (palmas).

Álvaro Burdiel: Estocada trasera (vuelta al ruedo tras leve petición); dos pinchazos, pichazo hondo (saludos desde e tercio).

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: soleado, temperatura agradable y fresca al final.

Entrada: media plaza.

Imágenes

Video resumen AQUí

Crónicas de la prensa

Por Álvaro Ochoa. Diario de Sevilla. Álvaro Burdiel muestra sus credenciales

La plaza de la Maestranza cerró su intenso mes de mayo, en el que ha habido ocho festejos, con una novillada de Villamarta bien presentada a la que Pablo Páez, Jaime González-Écija y Álvaro Burdiel no consiguieron cortar ni una oreja. El astigitano anduvo cerca de llevarse un trofeo en el segundo, pero falló con la espada y la afición se guardó el pañuelo. Algunos si lo mostraron tras el tercero, primero de Burdiel en el coso de El Arenal, pues estaba debutando. La petición no fue mayoritaria y se tuvo que conformar con dar una importante vuelta al ruedo.

Paéz, que fue una de las sensaciones en el pasado circuito de las novilladas de Andalucía en la que indultó un novillo de El Parralejo en Sanlúcar de Barrameda, tuvo la actuación más discreta de los tres protagonistas, aunque puso el listón alto recibiendo al primero de la novillada a portagayola. Fue el principio de una faena trompicada que fue de menos a más, pero que nunca conectó con los tendidos, cariñosos con los jóvenes aspirantes a toreros. El cuarto tampoco aportó mucho. El público no se emocionó en ningún momento y sólo se sorprendió por el cuarto de estocada que resultó ser certera con el novillo. El rondeño, ante una res corta de viajes y sin un pase, no tuvo más remedio que abreviar.

González-Écija, que llegaba a Sevilla tras su reciente éxito en la reapertura del coso de su tierra y un relevante triunfo el pasado domingo en Córdoba, completó una meritoria actuación, aunque sin llegar a cuajar faenas que el aficionado vaya a recordar en el futuro. En la primera se mostró elegante con la muleta, alargando la embestida y haciendo sonar a la banda del Maestro Tejera. La temperatura de la lidia subió y sólo una mala estocada trasera y en dos tiempos le privó de que los aficionados sacaran sus pañuelos tras un trasteo discontinuo e intermitente. Escuchó un aviso, pero también los aplausos de los tendidos. En el quinto del día estuvo correcto y dio innumerables pases sin el efecto deseado. Voluntad sin transmisión que desembocó en una muerte anodina del animal.

Por último, el debutante Burdiel pisó fuerte en su primera vez sobre el albero maestrante, donde estrenó apoderamiento del maestro Ortega Cano, fue finalista de las novilladas del circuito madrileño. Capeó con gustó y no dudó en arrodillarse con la muleta. Anduvo profesional y resolutivo, provocando aplausos y pasodobles. Y justificando su presencia en los carteles posferiales de Sevilla. Fue el encargado de cerrar la tarde con una faena que comenzó prometiendo emociones fuertes, pero mutó en intermitente y sosa. El sevillano, que pareció no convencerse a sí mismo, no terminó de cogerle el aire.

Por Jesús Bayort. ABC. Novillada en la Maestranza: un triunfo orillado a lo sentimental, con más arcilla que paisanaje

Una brigada de patrulleras de la Policía Local despejaba la calle Adriano a la misma hora en la que las otras furgonas, las de los toreros, enfilaban Antonia Díaz hasta la cuestecita de Iris. Vaciaban el Baratillo, a modo de solar. El barrio, con más policías que vecinos, era el signo premonitorio de lo que vendría: unos tendidos con más arcilla que gentío. Pasada la tormenta del serial, llegó la calma. Y frente a los excesos del albor de mayo, las carencias en su postrimería. Sin fútbol ni clima playero, la única justificación recaía en el traslado rociero. Por justificar lo injustificable.

Y entre un mar de excusas y pretextos, Álvaro Burdiel fue la justificación de la tarde.

Ante la plaza, ante la empresa y ante su apoderado, José Ortega Cano. Algo le vería el maestro de Cartagena para darse cuenta antes que los demás. Aunque a punto estuvo de acariciar el trofeo, obsequió a los poquísimos aficionados que cumplieron con la cita con el mejor regalo posible: la intención de torear. De torear bien, que ya es decir. Cuando la tarde no da para más, hay que ahondar en la disposición y las maneras de los toreros. Y aunque casi todo quedara en mera intención, Burdiel merece el beneplácito y la confianza, con la esperanza de volver a verlo en una tarde sin viento y con mayor bagaje en sus muñecas.

La novillada de Villamarta también apuntó cosas: destacó por su armónica presentación y fue tan intermitente como colaboradora, por momentos. Una recompensa para el ganadero Federico Molina, tras complicársele la cornada del astado de 'Wuham'. Burdiel, con sus lógicas carencias, la entendió. Como al agradable 'Fundaplata', lidiado en tercer lugar, que tenía reservada pizquitas de oro. Concretamente, quince, que fueron los muletazos en los que pudo dibujar su buen estilo torero. A ese novillo algunos lo catalogarán como «justo de presencia», y es lo correcto, según el mastodóntico animal que pretenden lidiar hoy; aunque ciertamente era el idóneo, según la calamitosa situación que atraviesan estos novilleros. Burdiel pretendió la excelencia, tanto en su inicio de hinojos, buscando la hondura y no la defensa, como en el trasteo fundamental. La manera de hacer la suerte suprema también lo fue. Le pidieron la oreja. Paradójicamente, en el curso con más trofeos de toda la historia de la plaza, se la negaron a uno que aspira a torear bien. Con el sexto, más descarado de pitones, redondeó lo anteriormente apuntado. Se gustó en los ayudados por alto y supo torear con la mano izquierda, sin desplazar, embarcando con la muñeca y recogiendo el codo. En las cercanías no busca el ademán de falsa valentía, sino el encaje para profundizar cada pases. Daba gusto verlo metido entre los pitones, ofreciendo el pecho con la única intención de torear, no de pasar al toro. Marró con la espada.

Lo precedieron el rondeño Pablo Páez, que solventó como pudo la papeleta, y Jaime González-Écija, voluntarioso y estiloso. El primero inauguró la tarde postrado frente al portón de toriles. Un gesto que terminaría veinticinco minutos después sumergido en el olvido, cuando se ovacionaba la despedida de 'Acusadillo', tan astifino como bien presentado. Sin exageraciones ni limitaciones. En su lomo podrían haber colocado una canica que no se hubiera tambaleado. La codicia, acompañada de bufidos, se mantuvo en los primeros tercios. Cuando el rondeño intentó plantear faena ya había dado más de cincuenta arrancadas en los capotes y atravesado un largo puyazo. Lo mejor, la estocada; lo más anecdótico, el provocador cite del banderillero: «A ver si es verdad que te vienes». Con 'Arrumbalento', otro agradable y colaborador novillo, no encontró el acople.

El ecijano mostró su evolución técnica y brilló en sendos inicios de muleta. Elegante en sus formas, se comprometió con el ofensivo quinto, basando su labor, sorprendentemente, en el pitón izquierdo, el más complicado de los dos.

Por Toromedia. Álvaro Burdiel da la única vuelta al ruedo en la segunda novillada

Pablo Páez se fue a portagayola en el primero de la tarde y después dio lances estimables. En la muleta se encontró con un novillo limitado de fuerza y deslucido con el que estuvo dispuesto, intentándolo por ambos pitones pero sin llegar a conectar con rotundidad. Mató de estocada y fue ovacionado.

En el segundo de su lote no pudo lucirse de capa al salir muy suelto el novillo. Manseó el de Villamarta en el caballo y Páez brindó al público. La faena no pudo remontar al quedarse cada vez más corto el astado y terminar defendiéndose. No tuvo opciones el rondeño.

Jaime González-Écija estuvo entonado con el capote en el segundo, que manseó en el caballo. Brindó al público y ligó con solvencia con la derecha, desluciendo las series la circunstancia de que el novillo perdía de vez en cuando las manos. Después de intentarlo al natural volvió a la derecha y ligó la serie más completa, haciendo sonar la música. Siguió con autoridad por ese lado completando una labor de mérito que emborronó con el acero. Ovación.

Tuvieron compostura los lances de recibo de Gonzalez-Écija al quinto. El novillo se desplazó en la muleta y Écija ligó por el pitón derecho en dos series estimables. Por el izquierdo tuvo más complicación el astado, echando la cara arriba y defendiéndose. Siguió intentándolo pero sin lograr que la faena tomara vuelo. Mató de pinchazo y estocada y fue silenciado.

Álvaro Burdiel recibió al tercero con buenos lances con una rodilla en tierra. El novillo fue medido en el caballo y Burdiel comenzó la faena de rodillas. Con la derecha creó ambiente en la primera serie, sonó la música y en la siguiente aguantó la insistente embestida del novillo, que resultaba molesto porque no paraba en ningún momento. Al natural no encontró colaboración y concluyó con una nueva serie por el lado derecho. Mató de estocada y dio una vuelta al ruedo.

En el sexto, Burdiel se encontró con un novillo que se desplazó bien por el pitón izquierdo, por donde dio muletazos estimables en una labor seria en la que intentó siempre hacer las cosas bien pero que no terminó de caldear el ambiente en una tarde ayuna de triunfos. Pinchó en tres ocasiones. Ovación.

Fotografía: Arjona/Toromedia.

29_mayo_22_sevilla.txt · Última modificación: 2022/05/30 09:45 por Editor