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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo, 29 de septiembre de 2019

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Daniel Ruiz desiguales de presentación y de mal juego en general, 1º y 6º con más clase.

Diestros:

Morante de la puebla: dos pinchazos, media caída y dos descabellos (silencio); dos pinchazos, media atravesada y un descabello (silencio).

El Juli: pinchazo y media (silencio); cuatro pinchazos, media atravesada y dos descabellos (ovación).

Ángel Jiménez: que tomó la alternativa: pinchazo y estocada baja -aviso- (vuelta al ruedo); estocada (oreja).

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: bueno, caluroso al principio.

Entrada: poco más de tres cuartos de plaza.

Video https://vimeo.com/363160796

Galería de fotos: https://plazadetorosdelamaestranza.com/angel-jimenez-corta-una-oreja-en-el-cierre-de-san-miguel/

Crónicas de la prensa:

Portal Taurino

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Alternativa y gran susto en el cierre

Y llegó el cierre de temporada, el del domingo de San Miguel, ese que anuncia el clarín larguísimo de último cambio de tercio. La corrida de Daniel Ruiz un auténtico petardo, noblona, salvo el que enganchó a Juli, pero sin casta alguna, mansita en general y el lote más manejable se lo llevó el toricantano Angel Jiménez. Este consiguió su objetivo tras muchos años en la novillería andante y llegar ya con mucho oficio y placeado a esta cita. Estuvo muy voluntarioso toda la tarde, y despistado pues ni le pidió la venia al presidente en su toro de alternativa. Con el público ecijano a favor enjaretó una faena la primera con ciertos detalles perdiendo la oreja por la espada. En el último consiguió ese objetivo, aunque la espada también fue defectuosa y tardó mucho en caer. Le deseamos lo mejor en el futuro en una categoría en que lo tendrá difícil. Morante y Juli no ganaban nada viniendo en San Miguel. El de la Puebla algunos pitos sueltos, aunque le tocó un lote infumable, y el madrileño una voltereta impresionante de la que milagrosamente salió ileso. En fin, tras esto queda lo del festival de las hermandades, que pinta bien (ya no hay billetes) y empezar a hablar del cartel del Domingo de Resurrección.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Ángel Jiménez pudo tocar la gloria el día de su alternativa, aun así el Écija dejó sensaciones buenas con su primero toreando al natural con la figura desmallada y a pies juntos. Tardó bastante en acoplarse al igual que con su último oponente, el sexto de Daniel Ruiz que desarrolló buen comportamiento por el pitón derecho. Lo mejor de la tarde se lo llevó Ángel pero también dejó buena actitud cuando se fue a la puerta de chiqueros y reventó la plaza con su toreo de capa.

Los toros de Daniel Ruiz deslucidos dieron un mal juego en el cierre de feria. La tarde pesó para muchos, hubo poco contenido sólo dos toros manejables que se apagaron pronto. Morante y el Juli se fueron sin opciones.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Feliz alternativa de Ángel Jiménez

La Feria de San Miguel se cerró con otra tarde muy calurosa en la que el ecijano Ángel Jiménez, tras una dilatada trayectoria novilleril, tomaba la alternativa en un cartel de lujo, con El Juli de padrino y Morante de la Puebla de testigo. Un doctorado que se resolvió feliz para el astigitano que cortó la única oreja en un festejo en el que, a excepción de su lote, los toros de Daniel Ruiz fallaron estrepitosamente, siendo pitados en el arrastre tercero, cuarto y quinto. Un encierro de desigual presentación.

Ángel Jiménez se doctoró con el apoyo de una legión de paisanos con el toro ‘Tirachinas II’, castaño, de 515 kilos, bien armado, que aunque no se entregó en varas, desarrolló buenas embestidas. El astigitano, tras recibir los trastos de El Juli, brindó la faena a su padre. Tras un comienzo pinturero, hubo nervios, enganchones e incluso un desarme con la diestra. Una vez centrado descolló en una buena serie de mano baja y con ligazón. En el epílogo, con los hombros descolgados, logró naturales con sumo gusto que fueron coreados con un “¡Bien…en…en!”. El público estaba entregado y se mascaba premio, un premio que el torero no ganó debido a la espada. Mató de pinchazo y estocada caída y dio una vuelta al ruedo.

El sexto, bueno, aunque sin tanto recorrido, se rajó. El toricantano se entregó de prinicipio a fin en una actuación que comenzó con una larga cambiada de rodillas frente a toriles, salvando la cogida al tirarse a la piscina. De pie, lanceó con verónicas vibrantes que cerró con un afarolado. Las palmas echaron humo y la Banda Tejera tocó unos sones en su honor por ese manejo del capote. El torero consiguió buenas series –cortas por la condición del burel– con la diestra y una con ligazón y más extensa. Mató de estocada y descabello y fue premiado con una oreja.

Morante de la Puebla se las vio en primer lugar con un astado abanto de salida. Sin la más mínima entrega llegó a la muleta de Morante que junto a algunos muletazos sueltos con gusto, añadió una trincherilla crujiente y un sabroso cambio de mano en un menú breve que remató malamente con los aceros.

Su segundo, mansísimo, fue de peor condición. No quiso ni capote ni caballo. El público, desconocedor del reglamento, abroncaba a la presidencia para que devolviera al manso, entre tanto Morante intentaba tirar a la arena al astado con chicotazos. El usía cambió el tercio y ‘Morante el Breve’, sin atisbo de trasteo, lo cuadró y liquidó al regalito con dos pinchazos, media y descabello.

El Juli también contó con un pésimo lote. Con el tercero, cinqueño, manso de solemnidad, que de salida se volvió en busca de toriles, el madrileño desplegó oficio en los lances con el capote a un animal bravucón y de mal estilo. En la muleta el pajarraco se defendió a base de tarascadas con un torero que mantuvo el tipo y mató con habilidad al bicharraco que le esperó con peligro en dos envites.

El Juli tuvo un segundo cartucho con la misma o más dinamita. Tras lancear con delantales, el diestro, un tío, un león, expuso sin reservas ante un marrajo que se frenaba. Los muletazos que robó fueron muy meritorios. En la suerte suprema se vivió el momento más desagradable del ciclo. Dos pinchazos con exposición y en el tercero el toro, ágil de cuello, cazó al torero, al que lanzó por los aires en una cogida espeluzante, en la que salió lanzado por los aires. La fiera le buscó en la arena, intentando cornearle. El Juli se levantó de la refriega magullado y sangrando abundantemente a la altura de la sien derecha. Fueron segundos horribles. También llevaba un varetazo en el glúteo izquierdo. Al final, junto al callejón, con tranquilidad, le limpiaron la hemorragia, posiblemente originada de un golpe. El Juli se rehizo y mató con gallardía a su enemigo –porque este era un enemigo–. Recibió una gran ovación más que merecida.

En una tarde de contrastes, la cara amable del festejo se saldó con una feliz alternativa del ecijano Ángel Jiménez.

ABC

Por Andrés Amorós. Ilusionante alternativa de Ángel Jiménez

En el día de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, toma la alternativa Ángel Jiménez, un joven astigitano, de Écija, como los matadores Jaime Ostos, Bartolomé Jiménez Torres, Pepe Luis Vargas, Miguel Ángel Delgado… (Allí nacieron también los Campuzano, pero, de chicos, su familia se fue a Gerena). Ecija es «la ciudad del sol», la de las siete torres, «la sartén de Andalucía». Ilustre ecijano es Luis Vélez de Guevara, el singular autor de «El diablo cojuelo», que celebra así a su ciudad: «La más fértil población de Andalucía». Desde ahora, tiene un nuevo matador de toros, que ha ilusionado al público sevillano, por su entrega y sus buenas maneras. El resto del festejo de esta tarde, para olvidar, con toros deslucidos y faenas sin brillo; además, El Juli bordea un percance serio, al entrar a matar.

Aunque no se llena, reluce al sol la Plaza de los Toros, esta tarde del santo, cantado por García Lorca: «San Miguel, lleno de encajes / en la alcoba de su torre, / Arcángel domesticado / en el gesto de las doce» (espada en mano, como un torero).

Los toros de Daniel Ruiz —predilectos de El Juli— dan muy mal juego: pegan cabezazos, se paran, sacan genio; no se prestan en absoluto al lucimiento. A mi lado, resucitan el viejo grito, dedicado al empresario (entonces, era Canorea), expresión de la guasa sevillana: «¿Los has comprado en los chinos?»

El joven toricantano (así decían los revisteros) ha toreado esta temporada solamente cuatro novilladas: así está la Fiesta… Tiene 26 años. Toma la alternativa con «Tirachinas II», castaño, de 515 kilos. Torea muy compuesto, con capote y muleta, aunque el toro puntea los engaños. La faena va a más, culmina con muletazos por bajo de gran naturalidad, muy del gusto de esta Plaza, que levantan un clamor. Pierde el trofeo al matar a la segunda y caído: vuelta al ruedo. Acude a porta gayola en el último, se salva «tirándose a la piscina» y enlaza garbosas verónicas, que hacen sonar la música. El toro arrea, en banderillas. Brinda al público, que está con él. Después de doblarse con el toro, Ángel liga derechazos clásicos, sin dejarle irse: después de una tarde tan vacía, saben a gloria. Por la izquierda, el toro va peor. Vuelve a la diestra y sube otra vez la emoción. No se ha redondeado el triunfo pero sus buenas maneras han sido muy valoradas por este sabio público. Esa vez sí se entrega, en la estocada: aunque el toro tarda en caer y suena un aviso, corta una justa oreja. Se merece que le den corridas.

Culmina Morante una temporada muy irregular: algunos triunfos resonantes pero bastantes tardes en blanco. Torea muy bien pero parece haberse resignado a eso, si el toro no ayuda…

Sale suelto e incierto el segundo, Morante no lo ve claro, con el capote: el público se mosquea. En la muleta, el toro resulta manejable. En medio de bastantes probaturas, dibuja Morante tres trincherillas de cartel y dos derechazos lentísimos; lo demás, queda a medias y el público se divide. (Lo definió don Hilarión, en «La verbena de la paloma»: «Se administra en pildoritas…»). Mata mal, yéndose de la suerte, y todos quedamos a la espera del siguiente toro. El cuarto mansea de salida, pega arreones y cabezazos. Morante deja que lo lidie Carretero, sin lograr ningún lance lucido: la decepción se masca, el picador franquea las rayas, el toro huye, la lidia es un desastre. (Decían los clásicos: «Vientos de fronda sonaron / cerca del Guadalquivir»). El toro es un marmolillo descastado, con genio, no tiene un pase. Morante no disimula: sale con la espada de verdad, se dobla seis veces y entra a matar muy malamente: acierta con el descabello y escucha esos pitos con los que los sevillanos fingen enfadarse con los diestros que aman. El 12 de octubre volverán a verlo…

La regularidad, en cambio, es el sello de El Juli, siempre dominador y ambicioso, aunque la espada sigue siendo su cruz. El tercero flaquea, queda corto y pega cabezazos, con genio. Julián lidia, lo intenta pero sin fruto: mata mal, con salto y yéndose. (He recordado los versos que dedica a San Miguel otro grandísimo poeta granadino, Antonio Carvajal: «Tu espada de dos filos, amor, tiene una mella. / Por más que coma en llanto, por más que coma en beso, /el esqueleto intacto no padece tu huella». Esto es muy hermoso… en la poesía; en la corrida, el toro sí debe padecer la huella de la espada, en la suerte suprema). Recibe con oficio al quinto, flojo, que se derrumba en el intento de quite de Ángel Jiménez; en la muleta, el toro se queda muy corto, pega cabezazos. Ni el gran oficio de Julián logra impedir que enganche el engaño. No hay nada que hacer; cuando desiste, el bondadosos público le ovaciona… Vuelve a matar muy mal, con un salto exagerado. En el segundo intento, no encuentra toro, es enganchado y sufre un fuerte revolcón, con una herida leve en la frente.

Un nuevo «niño de Écija», Ángel Jiménez, se une ahora a los famosos «siete». No es un bandolero sino un matador de toros: le deseo la mejor suerte. Los aficionados sevillanos todavía podrán disfrutar, el Día de la Hispanidad, con un atractivo Festival, coordinado por Joaquín Moeckel. Desde el Pilar de Zaragoza, lo echaremos de menos.

El País

Por Antonio Lorca. ¡Santísima Maestranza!

Por mucho menos, nuestros abuelos invadían el ruedo y corrían a gorrazos a los toreros, pero los tiempos han cambiado y, hoy en una plaza se aguanta todo, sobre todo en la Maestranza, que, no es que sea buena, es santa.

Claro que nuestros antepasados eran aficionados de verdad, sabios y exigentes y no perdonaban una, y hoy abundan los espectadores ocasionales, tan generosos como indocumentados, de modo que soportan con estoicismo el engaño, y parece que lo hacen con gusto porque están dispuestos siempre al aplauso fácil a poco que una figura se ponga flamenca.

Solo así se entiende que la corrida no acabara en un desorden público con la intervención de las fuerzas de seguridad. Porque toda ella fue un gran despropósito, protagonizado por dos rutilantes figuras de la modernidad, una ganadería de moda y un chaval que tomó la alternativa y desaprovechó la ocasión para cortar cuatro orejas y poner el toreo boca abajo.

La primera llamada de atención es que la plaza solo se cubrió en sus tres cuartas partes: ¡Morante y Juli en Sevilla y sobraron varios miles de entradas! Muy preocupante y una clara muestra de que el torero de La Puebla ha cansado a muchos, y Julián López está muy visto.

Pues los dos exigieron —no hay la menor duda— la corrida de Daniel Ruiz, muy desigualmente presentada, algunos toros impresentables y otros fuera de tipo, todos muy cómodos de pitones, a excepción del sexto, y en su mayoría mansos, descastados, birriosos, lisiados, parados y amuermados. Destacaron por su aborregamiento los lotes de los dos toreros veteranos, insufribles en todos los tercios.

Un trincherazo y dos derechazos de Morante a su primero fue toda la obra del diestro sevillano, que ofreció una imagen tristona, aunque se desconoce si es algo natural en él o causada por el mal juego de sus toros. El tercio de varas del cuarto fue un escándalo; parado el toro de salida, se negó en redondo a entrar en el caballo, y así, como un marmolillo llegó a la otra vida entre las palmas de tango de los tendidos.

El Juli tampoco tuvo oponentes lidiables; muy desfondado el primero e inválido y deslucido el quinto, que le propinó una espectacular voltereta en la suerte suprema de la que salió desmadejado y, por fortuna, sin más daño físico en su anatomía que una herida en la frente de pronóstico leve. Explicable hasta cierto punto la actitud del toricantano Ángel Jiménez. Como todos los novilleros actuales llegó a la alternativa con poco bagaje y se le notó en demasía.

Le tocó el mejor lote, dos toros de triunfo: noble, con calidad y movilidad el primero, y encastado y codicioso el sexto, y solo cortó una oreja que pidió con cariño el paisanaje que llegó de su natal Écija.

Pero el chaval, entregado toda la tarde, no hizo los méritos suficientes que la ocasión requería. Le costó un mundo entender la buena condición de su noble primero, que le enganchó en exceso la muleta. Pero el toro fue de menos a más, de modo que humilló y persiguió la muleta con ritmo y buen son. Jiménez también mejoró, pero no en la medida deseada, y solo pudo lucir al final de la faena. Era un toro para comérselo y al toricantano se le indigestó.

Se fue a la puerta de toriles para recibir de rodillas al sexto de la tarde, y la plaza era un clamor. Tras una apresurada larga cambiada, trazó un manojo de verónicas apasionadas que hizo sonar la música.

El toro empujó en el segundo puyazo, galopó con alegría en banderillas y llegó a la muleta con ánimo de lanzar al torero al estrellato. Pero a punto estuvo el torero de lanzarse por el precipicio. Dio muchos pases, casi todos muy despegados y hacia fuera, se colocó mal, ventajista siempre, y su labor se fue diluyendo poco a poco. ¡Y estaba la plaza entregada! Deseosa de aplaudir y pedir los trofeos para el nuevo matador.

Ángel Jiménez no estuvo a la altura requerida. La oreja que paseó fue fruto del cariño y la generosidad de un público santo, pero no el justo premio a su labor, muy irregular y desvaída.

En fin, que la inexperiencia se paga. Es muy duro que esto ocurra el día de tu alternativa en Sevilla, en tarde de lujo; por todo ello, lo ocurrido con el torero ecijano es comprensible y, también, muy preocupante.

Toromedia

Ángel Jiménez toma la alternativa y corta una oreja en el cierre de San Miguel

El novillero de Écija Ángel Jiménez, que tomaba la alternativa, fue el triunfador de la tarde en el cierre de la Feria de San Miguel. Jiménez cortó una oreja al sexto y pudo haber ampliado su triunfo en el primero de no fallar con la espada. Hizo lo más destacado en una tarde en la que el escaso juego de los toros impidió el lucimiento de Morante de la Puebla y El Juli.

Ángel Jiménez recibió entonado con el capote al toro de la alternativa. Brindó a su padre y comenzó doblándose con buen estilo. En la primera serie dio un par de derechazos buenos y fue desarmado. En la segunda templó más y salvó el seco derrote que pegaba el toro, que empezó a aplomarse en la tercera tanda. Al final de la faena logró dos buenas series con la derecha, limpias y templadas, que llegaron mucho. Y lo mejor fue la última tanda al natural, toreando con desmayo, y los muletazos de cierre también con la mano izquierda. Mató de pinchazo y estocada y hubo petición de oreja. El palco no la atendió y Jiménez dio la vuelta al ruedo.

Ángel Jiménez se fue a portagayola en el sexto y después de la larga cambiada toreó con garra a la verónica, caldeando mucho el ambiente. Su entrega predispuso a la gente, que le jaleó después de dos series buenas con la derecha en el arranque de faena. La tercera también fue ligada y templada y cambió a la zurda, lado peor del toro. A partir de ahí la faena bajó de intensidad, solo recuperada en una última tanda con la derecha poniéndolo todo el torero. Mató de estocada de la que el toro tardó en caer. Hubo petición de oreja, que esta vez fue concedida.

Morante de la Puebla no pudo lucir con el capote en el segundo de la tarde, que salió manseando y sin fijeza. En el inicio de faena dejó muletazos con sabor y en la primera serie templó con gusto la embestida del de Daniel Ruiz. Al natural lo intentó, pero el toro se había agotado, por lo que dio la faena por concluida. No estuvo fino con los aceros.

En el cuarto salió el banderillero Carretero a pararlo y Morante no pudo dar ni un lance. El público protestó al toro porque no vio posibilidades de lucimiento, pero el presidente lo mantuvo al no estar el animal dañado. Morante salió con la espada de verdad y abrevió en la faena de muleta.

El Juli estuvo lidiador con el capote en su primero, cerrando con buena media. En la muleta el toro comenzó defendiéndose mucho por falta de fuerza, descomponiendo los intentos del madrileño. Fue un animal deslucido que no dio opción. Tuvo que desistir y entrar a matar, lográndolo al segundo intento.

El Juli levantó el tono de la tarde con el capote en el quinto. En la muleta se encontró con un toro que no se entregaba. Intentó construir la embestida primero con la derecha y después al natural, sin lograrlo ante un animal con genio que no paró de soltar la cara. Tanto es así que Julián tuvo que abreviar y entrar a matar, resultando volteado de forma aparatosa en el segundo intento. Por fortuna solo sufrió un corte en la frente

29_septiembre_19_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)